domingo, 4 de septiembre de 2011

Estuve en tu mundo y quise correr


Por cosas del destino, hace días visité el mundo al que perteneces, mi querida Niña grande.

Era un lugar bastante desordenado, lleno de falsedades y cosas para aparentar ser lo que no eres.

Sí, te estoy hablando de maquillaje: base, polvo, pintura de labios, uñas, pestañas y pare de contar.

Llegué allí y me sentí tan extraña, me dije: “no pertenezco aquí” y créeme que quería correr, hice parte de tu trabajo (el cual no detallaré), lo único que expresaré es que –a pesar de no ser de ese mundo- lo hice muy bien.

Según estudios, el ser humano está en capacidad de ajustarse a cualquier medio, pues posee herramientas las cuales son elementales para ello, un ejemplo es que podemos adaptarnos a un lugar frío o caliente.

En este caso fue diferente, soy un ser humano y créeme que traté de usar mis herramientas a cabalidad para adaptarme y no conseguí aplicarlas del todo.

¿Quieres saber cómo me sentí?

Te lo relataré:
Allí estaba, en el metro de Caracas, camino a casa, de repente tuve que salir de él y entrar en un edificio extraño, con escaleras grises y pasillos oscuros, subí a un primer piso y me encontré con un lugar iluminado y hasta bonito (muy colorido), luego de pasar por un par de puertas, encontré ese mundo extraño en el cual eres feliz.

Había maquillaje por todos lados, en los mostradores, en el suelo, en cajas, en venta: al detal y al mayor. Observé todo con detalle y vi a varias personas allí, felices. Pensé “ella no es la única en este mundo, pero sí la única que conozco”. Al final logré hacer ciertas cosas que -por lo general- haces tú.

Te voy a confesar que sí intenté sentirme parte de ese lugar, pero no lo conseguí. Yo no soy así, no puedo centrar la vida en mi aspecto físico, en el hecho de que todos volteen a verme porque estoy hermosa. Yo soy al revés, me gusta que me vean porque soy hermosa, así sencilla, sin tanto patuque en la cara.

Cuando estuve a punto de caer, pensé eso que te escribí en el párrafo anterior, quise tirar todo al suelo y pararme en el medio de ese lugar, preguntarle a la gente “¿esto es lo que quieren para ustedes y sus futuras generaciones?”.

Mi Niña grande te juro que quise gritar: “Dios mío, hay mejores cosas por las cuales preocuparse, como: la pobreza, el deterioro de la humanidad, el propósito de vivir, sencillamente esto que ustedes hacen NO ES VIVIR”. Lo grité dentro de mí y por un momento tuve ganas de llorar y desaparecer, por eso esto se llama:


Estuve en tu mundo y quise correr...

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